Historias Reales de seguidores ( en formato escrito) Part 1

Bienvenidos sean a este blog, el cual tiene el fin de relatar ( en formato escrito) las escalofriantes historias del podcast que va más allá de tus pesadillas.

"EL ANTIPODCAST"

De la propiedad de los Doctores; Miguel Padilla y Kass Otamendi. Y teniendo la ayuda de Sergio Bocanegra como editor, de este gran canal audiovisual.

Como siempre, les recuerdo que este Blog tiene la finalidad de  transcribir las historias, a formato escrito: ya sea por fomentar un poca la lectura con estas grandiosas historias o para aquellas personas que no puedan escuchar el podcast y no se pierdan  de ninguna historia.

A continuación comenzaremos con la nueva sección que surgió del canal, de historias verídicas de los Antisuscriptores  que fueron mandadas al canal.

Entonces ponte cómodo para admirar "Las Historias Reales de seguidores" Part 1.


Pueden decir mi nombre porque no tengo nada que temer, me llamo Alma María López, tengo 57 años, y sigo su canal, no sé si esta historia sea paranormal, pero me gustaría contar sé las, perdonen a esta vieja por las faltas de ortografía.

A pesar de que tiene muchos años, aún no entiendo, qué fue lo que pasó, esto sucedió más o menos en 1964 yo vivía con mis papás en sonora, éramos cinco hermanas, yo era la mayor. Mi papá había perdido su trabajo en la fábrica de textiles, nunca habíamos estado tan mal, traíamos zapatos rotos y dormíamos los 7 partidos en dos camas, todo estaba cada vez peor, para esto, yo tenía y todavía tengo familia en Estados Unidos.

Una de las dos hermanas de mi papá, vivía en Tijuana, cuando mi mamá le pidió ayuda económica, a esta hermana para comprarnos comida ropa y cosas que de verdad nos hacían mucha falta mi tía, si mandó algo de dinero, pero le dijo a mi mamá, que podía cuidar a una de sus hijas y darle techo y comida temporal, hasta que las cosas mejorarán y así podría gastar menos, mi mamá dijo que no, y que prefería cuidarnos ella misma, sin embargo mi papá tuvo una hernia abdominal, por cargar tantas cajas pesadas en los mercados y así sacará para la comida, trabajaba muchísimo, pero su cuerpo ya estaba pagando las consecuencias, como ya no podía trabajar lo mismo, las cosas empezaron a ir peor por lo que mi mamá, decidió llamar a mi tía de la que les hablé anteriormente para saber si la oferta seguía en pie.

Mi tía dijo que sí podía aceptar a una de nosotras para irse con ella y que no le faltaría nada, pero las cosas se empezó a poner rara, cuando le dijo a mi mamá, que se asegurara de enviar a una hija de sangre de mi papá, en realidad todas éramos hijas del matrimonio de mis papás, pero ¿por qué mi tía insistiría en esa característica?

Mi mamá nos miró por tanto tiempo a la hora de la comida y decidió enviar a mi hermana Lucy, era la más chiquita tenía cuatro años y había nacido sorda, tampoco podía hablar, por la falta de dinero nunca la llevaron al doctor, más que una vez me acuerdo que mis papás estaban muy tristes. Mi papá dijo que yo fuera con Lucy y con mi tía, porque mi tía, a la cual de ahora en adelante me referirá, como Tía Cleotilde, tenía literalmente costumbres muy raras.

Nunca pregunté a qué se refería, yo tenía 12 años, y casi siempre era quien cuidaba a mis hermanitas, nos llevaron a la central camionera y nos subimos al camión hasta Tijuana, cuando llegamos había un hombre de ropa casual con un cartel que decía “Lucía aquí estoy”, recuerdo que el hombre tenía una expresión muy rara, como desencajada, como si no quisiera estar ahí, nos acercamos a él mi hermana había llorado todo el viaje, nos subió a una camioneta y después de media hora, llegamos a unos departamentos muy viejos, pero muy cuidados, mi tía vivía en el 33.

El hombre nos bajó de la camioneta, y nos dijo “Es en el 33” esas fueron todas las palabras que nos dijo desde que lo vimos, hasta que nos bajamos no vimos a nadie, pero en cuanto bajamos el señor de la camioneta arranco y no lo volvimos a ver, tomé a Lucy y de la mano, y subimos unas escaleras largas y blancas vi que había como otros 40 apartamentos, todos se parecían eran en total 3 edificios y cada uno tenía un sótano común, muy amplio, finalmente llegamos al 33

Toque la puerta y abrió una señora muy blanca y delgada con una bata encima, traía un cigarro en la mano y el pelo muy en remo lado, de un momento a otro me abofeteó en la cara, tan fuerte que me derribó al piso, me sentía mareada y quería llorar miré a Lucy, y estaba muy asustada, pero no se movía, la señora muy enojada dijo “Pensé que solo mandarían a una”, recuerdo muy bien sus palabras a pesar de estar tan confundida, en ese momento cargo a Lucy y me levanté, la señora se metió con Lucy en brazos y yo me metí detrás de ellas con nuestras mochilas.

Recuerdo tanto ese golpe porque sentía la mejilla caliente y recuerdo que esa mujer traía un anillo metálico, porque me lo dejó marcado en la cara, los días pasaron y siempre tenía actitudes nefastas conmigo, me daba de comer muy poco, siempre me estaba empujando y por eso cuando llegaba yo a oír sus pasos mejor me escondía, para que no fuera a pegarme, una vez nos dio la comida de sus gatos, servirá en un plato para las dos, en ese momento no sabíamos que era comida de su animal, sino hasta tiempo después, pero las cosas se empezaron a poner aún más raras, porque todas las noches Cleotilde salía, y regresaba hasta la mañana siguiente, vestía siempre de negro y siempre llevaba un libro muy grande que tenía un candado en la portada, recuerdo perfectamente el candado y la portada, porque una vez quise tocar su textura.

Cleotilde me vio, me tomó por el brazo y me llevó a un sótano a los apartamentos de su edificio en común, y que estaba lleno de cajas, ahí me dio una golpiza con un cable, me ardía la piel, me decía que era una basura y yo me quedaba llorando en el piso, de vez en cuando mis papás llamaban y Cleotilde les decía que no se preocuparan y que estábamos bien, claro que no estábamos bien, pero yo prefería que mis otras hermanas tuvieran que comer, que regresar a casa y pasar hambre todos de nuevo, así que siempre que yo hablaba con mis papás, les decía que las dos estábamos muy contentas y que todo estaba bien

Cuando colgábamos mi tía siempre empezaba a decir que mis papás no nos querían, y que por eso nos habían regalado, que nunca íbamos a volver, porque preferían a mis otras hermanas, gracias a dios, Lucy no escuchaba esas cosas horribles, todas las noches Cleotilde salía siempre de negro, siempre con su libro, una vez, tenía tanta curiosidad de ver qué hacía en las noches que decidí levantarme muy temprano y verla llegar, lo que vi me dejó traumatizada de por vida, me escondí detrás de un sillón verde que tenía muchas carpetas encima y periódicos empolvados y esperé a que abriera la puerta del apartamento.

Cuando entró casi grito del susto, Cleotilde tenía todo su vestido lleno de sangre, era muchísima, le llegaba hasta la cara, tenía las manos cubiertas y sus uñas largas también, pero venía murmurando algo y sonriendo como extasiada, se acariciaba la cara y tenía los ojos muy, pero muy abiertos, dejó la puerta sin seguro, y se fue de inmediato hasta su cuarto, no paraba de murmurar esas palabras raras, no era español, ni era inglés, era algo raro que decía en voz muy baja, hasta soltar una risotada.

Se encerró junto con su libro en su cuarto, yo no sabía qué hacer y quise asomarme por la ventana, pero decidí salir por la puerta que no tenía seguro, para ver, me di cuenta de que, el sótano de los apartamentos de enfrente, iban saliendo otras mujeres vestidas muy parecido a Cleotilde, todas de negro y con sus vestidos llenos de sangre exactamente como mi tía, todas tenían una expresión muy rara, como si estuviesen muy felices, pero no una felicidad buena, como extasiadas, iban haciendo una especie de rezo que yo no conocía, me di cuenta que esas palabras eran muy parecidas a las que mi tía estaba murmurando antes, me dio tanto miedo que fui a nuestro cuarto y abracé a Lucy que todavía estaba dormida mi mamá me había enseñado a rezar la oración de la magnífica y la empecé a rezar para que nuestra virgen maría nos cuidará de esa mujer que solo dios, sabía que estaba haciendo.

Cleotilde se levantaba hasta tarde, preparaba yo de desayunar, comer y cenar, nunca supe dónde salía el dinero, pero a veces encontraba fajos de billetes, como si no le importara tener dinero o no, porque la verdad es que le sobraba el dinero todas las noches tenía la misma pesadilla, que esas mujeres venían por nosotras y siempre me despertaba para rezar, una vez me desperté, y en medio de la oscuridad, vi que Cleotilde estaba parada de frente a nuestra cama viendo dormir a Lucy, no le quitaba la mirada de encima, tenía su vestido negro y sus asquerosas uñas mugrientas, me quedé helada, pero trate de no hacer ruido y de que se diera cuenta de que yo estaba despierta, empecé a rezar en mi mente, entrecerré los ojos para ver si seguía ahí, y vi que le estaba oliendo el pelo a Lucy y se lamió los dedos.

Yo podía sentir su respiración en la cara, creo que nunca he pedido nada a Dios con más fe que esa noche, tocaron la puerta en ese momento y sentí como la mujer se alejó y se fue en esa dirección, estoy segura de que fue nuestro señor que intervino por nosotras se fue a su culto, pero yo aún no podía moverme recuerdo que me oriné del miedo que tenía, cuando escuché que Cleotilde cerró la puerta, espere unos minutos y me levanté cambié las sábanas despertando a Lucy y busqué por todo el apartamento, algún crucifijo o imagen de nuestro señor para rezarle desesperadamente y que nos cuidara, pero solo encontraba periódicos viejos, cajas empolvadas y cosas raras como dagas, cuchillos, frascos con pedazos de carne podridos dentro y amarrados con una especie de listones.

Me armé de valor y entré al cuarto de Cleotilde, al que teníamos estrictamente prohibido entrar, ahí fue cuando comprobé todo, estaba lleno de velas negras símbolos muy raros que no entiendo, salí corriendo y me escondí en la cama rezaba y rezaba, hasta que amaneció. “Glorifica mi alma al señor y mi espíritu se llena de gozo al contemplar la bondad de dios mi salvador”.

Pasaron otras dos semanas y ya no podía más, Lucy lloraba todas las noches de tanto que extrañaba a mis papás, recuerdo sus manitas que me tocaban la cara, la última noche escuché como Cleotilde salía del apartamento, no puso seguro de nuevo a la puerta y decidí a sumarme como la otra vez, estaban todas esas mujeres en medio de la oscuridad, la mayoría traía velas negras encendidas me di cuenta de que una de ellas, me miraba desde unos 20 metros, luego otra y otra todas me veían, y empezaron a caminar hacia el apartamento, venían por mí

Estaba aterrada, por un momento me privé, me quedé sin poder moverme intenté ir por mi hermanita, pero no me respondían las piernas solo podía rezar, cuando por fin ya pude moverme, sentí un golpe muy fuerte en la cabeza.

Cuando desperté ya era de día, y estaba en la camioneta de mi papá, íbamos de regreso a la casa y me sentía muy confundida, y lo más horrible de todo estaba por venir. Cuando llegue a casa mi mamá me abrazó llorando le pregunté dónde estaba Lucy y no me decía nada, solo se quedaban todos en silencio, yo le decía a mi mamá que teníamos que regresar por Lucy.

Me llevaron con muchos esfuerzos a un psicólogo y me decía que Lucy no era real, que era mi imaginación me duele tanto que haya negado a mi hermana, me dolió por años, me hacían sentir que yo estaba loca nunca, perdone a mis papás años después fui a los apartamentos, y si existían, pero estaban vacíos para ese momento

Muchos años más tarde a otra de mis hermanas le dio cáncer y en su lecho de muerte me dijo que ella también recordaba a Lucy.


Así terminamos la primera de Las Historias Reales de seguidores, en formato escrito.

No olviden que este escrito no pudo haber sido creado, sin los creadores Sergio, Kass y Miguel.

Esto ha sido "El Antipodcast" en formato escrito.
Y como a los creadores, yo también les deseo, Dulces Pesadillas.



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